domingo, junio 15, 2008

Diálogos junto a la hoguera: On the Road

-¿Te llevo, guapa?
-Si quieres...
-No te asustan las motos, ¿no?
-No sé.
-Es que ésta corre que se las pela. Y hay chavalas que se acojonan.
-Ya.
-Agárrate bien. Agárrate sin miedo. Aunque me aprietes no voy a gritar, ¿eh?
-Bueno.
-Notas los músculos, ¿eh?
-Sí.
-Tres horas de gimnasio todos los días. Toooodos los días sin falta.
-Oh.
-Así estoy yo de macizorro, claro.
-Sí.
-¿Y qué hace una tía tan guapísima como tú haciendo auto stop en una carretera así de solitaria?
-Nada.
-¿Cómo que nada?
-No sé.
-Joder, tía. ¿Vas colocada o qué? Tienes unos ojillos...
-No sé.
-Además estás toda pálida. Pero a mí me da igual, ¿eh? Las tías paliduchas me van mogollón.
-Ah.
-¿Qué?, ¿has visto qué suave va la moto? La cuido más que a mis novias, jajaja!
-Es muy bonita. ¡¡¡¡AH!!!!
-¿Qué te pasa ahora?
-¡¡¡Esa curva!!!
-¿Qué pasa con la curva? No te preocupes, que yo la moto la controlo de puta madre. Pues bueno soy yo para eso. La moto y las tías se me dan de maravilla.
-¡¡¡Esa curva!!!
-Y dale con la curva. ¿Qué coño pasa con la curva?
-Ahí me maté yo.
-Pero, ¿qué dices? ¿Estás tarada o qué?
-Soy la Muerta de la Curva.
-¡Ah, vale! ¡Era eso! Pues mira nena, yo soy el Motorista Fantasma.

Las horas


Aquella mañana desperté con la sensación de que me hallaba ante un período de especial felicidad, lleno de promesas. Anticipándome a ella. Me equivocaba. Me equivocaba al pensar que esa felicidad estaba próxima, o al caer. Me equivocaba porque la felicidad era eso. Era ese momento. Y cuando fui consciente de ello, ya era tarde. Como cada vez que pretendo apresar un instante. Siempre es tarde, porque cuando lo veo ante mis ojos, está pasando de largo. De nada sirve alargar los brazos, intentar discernir su olor o inventarme un nombre para él. Muchas veces me siento como Meryl Streep ante su amigo moribundo, tratando de explicarle (de explicarme) los mecanismos del tiempo vivificador y del tiempo asesino, que en el fondo son lo mismo. Las horas que sólo podemos identificar cuando ya no existen. Impenetrables. Secretas. Misteriosas. Las horas escondidas en que nunca terminamos de vivir ni de morir del todo. Mientras tanto, perdemos siglos pretendiendo entender centésimas de segundo. Cuando me miro al espejo y me veo envejecer. Cuando el cristal me devuelve su reflejo demasiado tarde. Quiero entender lo inexplicable, para ser consciente de ello. Necesito saberme testigo de mi propia vida. Siempre corriendo detrás suyo. Siempre detrás de mi sombra. Que aquella mañana y todo lo que vino con ella no llegue de repente, sin más. Que antes de aquella mañana haya muchas noches en vela, en que me pueda sentar a esperarla.

sábado, junio 14, 2008

¿Has jugado a canicas alguna vez?


¿Has visto el tiempo detenerse en una tira retorcida de colores? ¿Has visto el mundo girando sobre la arena del parque? ¿Has visto una tarde eterna de veinte minutos de duración? ¿Has visto el pasado escrito en una bolita de cristal? ¿Has visto la emoción de la infancia camino de un abismo sin fondo? ¿Has visto al que nunca nadie volvió a ver? ¿Has visto el sol brillar más que nunca en aquel rincón en sombras? ¿Has visto el silencio que precede a todo lo que vino después? ¿Has visto cuatro o cinco sonrisas reflejadas en un centímetro de diámetro? ¿Has visto un espacio tan grande cubierto por gente tan pequeña? ¿Has visto a las hojas de los árboles mecerse con un aire más dulce? ¿Has visto tan triste a alguien ganar y tan feliz a alguien perder? ¿Has jugado a canicas alguna vez?