lunes, septiembre 29, 2008

Ser o no ser


Un día, cuando ya no esperaba nada, lo encontré todo. Pero cuando fui consciente de que lo tenía, ya lo había perdido. Después me he hartado de buscar por los rincones del mundo (de éste y de algún otro) y por no encontrar, no me he encontrado ni a mí mismo. Aunque bien pensado, mejor así. Luego pasan los días, sin darme cuenta. Cuando me doy cuenta, es cuando está pasando algo. Y quiero recogerme, sin hacer ruido. No llamar la atención. No hacerme notar, por miedo a que algo se rompa, o estalle, partiéndome en pedazos. Pero casi nunca lo consigo. Y cada vez me despierto más pequeño, más incompleto, como si partes de mí se fuesen quedando por el camino. Un camino de esos que no se ven, por mucho que mires hacia atrás. Luego, dejo de pensar y todo vuelve a la normalidad. Esa normalidad sin nombre, sin voz y sin olores. Esa normalidad que engaña al tiempo, que da cuerda al reloj con más fuerza que ninguna otra. ¿Cuántos días han pasado?, ¿cuántas decisiones he dejado de tomar y cuántas veces me he dejado llevar sin pararme a pensarlo? Este ahora es otro punto sin retorno en la línea infinita de lo que no sucede, porque lo que sucede ya no existe. Deambulando, me paro a cada rato, queriendo decir algo. Quisiera explicarme y encontrar cuál es la pregunta a tantas respuestas idiotas. Entonces vuelvo a desesperarme, cuando siento que alguien se para a escuchar, pero no encuentro mi voz (aunque tampoco sabría qué decir). ¿Qué persigo?, ¿qué busco?, ¿qué espero? O mejor aún, ¿he de seguir buscando, cuando sé que sólo encuentro sin quererlo? Pero si me detengo, tal vez me siga deshaciendo, con cada nuevo ataque de realidad, que me haga sentir despierto. Y cuando quiera darme cuenta, ya sea tarde para ser cierto.

martes, septiembre 16, 2008

Graffiti


Hay un universo sin tiempo ni límites, que no empieza, ni se acaba, ni se abre, ni se cierra, ni se expande, ni se contrae, ni se entiende.
Hay una constelación de innumerables soles encendidos, apagados e indecisos.
Hay un planeta azul que gira sobre sí mismo sin ir a ningún lado.
Hay un continente que se muere de viejo, azotado por los delirios y los malos sueños de millones de almas en pena que sonríen y dan miedo.
Hay un país erosionado por el peso de las mareas contra sus esquinas.
Hay una ciudad populosa que por las noches habla y murmura y durante el día se deja hacer en silencio.
Hay una casa con ventanas que hace mucho que dejaron de mirar hacia afuera.
Hay una habitación sin tiempo ni límites, que no empieza, ni se acaba, ni se abre, ni se cierra, ni se expande, ni se contrae, ni se entiende.
Y hay una pintada en la pared diciendo: "¿Dónde estás?"