De cómo el arte te puede cambiar
Hace 20 años, todo cambió. En el momento en que alguien me prestó un libro: "La casa en el confín de la Tierra" de William Hope Hodgson. Una maravillosa novela fantástica, mezcla de terror y ciencia ficción.
Pero no es del libro de lo que voy a hablar aquí.
Hasta entonces, mis lecturas se habían reducido a temáticas juveniles, lineales, sin "alma".
Pero a partir de aquel momento, descubrí no sólo que la literatura (el arte, en general) posee la capacidad de emocionar, de perturbar... no únicamente de "distraer", sino que incluso tiene la capacidad de cambiar a las personas.
Encontré en aquel libro una serie de descripciones, de paisajes, enteramente emocionales. Por cómo estaban escritos y por lo que sugerían. Porque el efecto que me causaban iba mucho más allá que el de las narraciones con las que me había topado antes, que no iban más allá de proporcionarme un rato agradable o ampliar mi vocabulario.
Aquel libro me hablaba de tristezas, de nostalgia, de lugares (en apariencia) inimaginables pero maravillosamente descritos. Lugares físicos y psíquicos. Lugares sobretodo emocionales, como digo.
Y esto lo percibí especialmente en un pequeño poema del preámbulo de la novela. Un poema ciertamente arcaico y anticuado, muy identificable con la literatura fantástica de finales del siglo XIX y principios del XX y del estilo de Hodgson en particular, siempre tan barroco y redundante.
Pero el caso es que aquel poema me cambió. Y a día de hoy no sé si para bien, o para mal. Lo único que sé es que a partir de su lectura, ya no volví a ser el mismo.
Con los años, con la perspectiva del tiempo, he tratado de discernir hasta qué punto es una exageración, si no habría otras cosas que incidiesen más directamente en mi carácter. Pero no las he encontrado.
Aquel texto abrió un abismo, dentro de mí. Un abismo al que nunca he podido dejar de asomarme, que ha influido totalmente en mi manera de ver el mundo y de moverme por él.
Aquí está:
Fiera hambre reina dentro de mi pecho
Yo no había soñado que este mundo todo
Que dios estruja en sus manos podía dar
Tan amarga esencia de inquietud
Tanto dolor como el que ahora aúlla
Desde este espantoso corazón liberado
Cada aliento sollozante es sólo un grito
Mis latidos redoblan de agonía
Y un solo pensamiento ocupa mi cerebro
Que nunca más en esta vida se tocarán
(salvo en el dolor de la memoria)
tus manos y las mías, porque no existes
A través del vacío de la noche te busco
Y te llamo en mudo silencio
Pero no estás, y el trono inmenso de la noche
Se transforma en iglesia y sus campanas estrellas
Repican para mí
El más solitario en todos los espacios
Y famélico me arrastro hasta la orilla
Donde acaso me aguarde algún consuelo
Del eterno corazón del viejo mar
Pero oíd, de las solemnes profundidades
Las voces lejanas del misterio
Parecen preguntar por qué nos separamos
Allá donde voy me encuentro solo
Aunque una vez, al tenerte a ti, lo tuve todo
Mi pecho es un dolor furioso por todo lo que fue
Y ahora corre al vacío donde la vida se precipita
Donde todo se pierde y ya no vuelve a ser
Siempre me ha acompañado. Siempre lo he tenido presente, no sólo en la memoria, sino en mis gestos, en mi mirada, en mi forma de comportarme y percibir la realidad.
Y es curioso, pero creo que si todos volviésemos la vista atrás, podríamos encontrar algo: un momento, una vivencia, una persona... que haya influido decisivamente en nuestra vida. Pero también un libro, una película o una canción. Estoy convencido de ello.
3 Comments:
hace ya tiempo de ese hilo que abrí en sedice, y ahora estoy leyendo "La Trilogía del Abismo", en esa fantástica edición de Valdemar. No sé si volveré a leer "La casa en el confín de la Tierra", pero me han encantado las otras dos novelas.
Y es que me es muy difícil volver a La casa... la leí en un mal momento, y no sé, ahora es todo tan distinto que no quiero rememorarlo...
Te entiendo muy bien. A mí fíjate que me pasa todo lo contrario. Cada vez que vuelvo a ese libro es como adentrarme en un lugar lejano, muy lejano. Pero familiar y feliz. A veces resulta imposible sustraerse al contexto emocional en que leemos un libro, vemos una peli o escuchamos una canción.
El Arte te Puede Cambiar... es una de las cosas más ciertas que he leído últimamente. En mi caso siempre son sonidos... canciones y algunas otras, películas. A veces llegan a ser tan profundas que aunque pase el tiempo y me encuentre en una situación ajena a aquella a la que viví, el solo hecho de escuchar una vieja canción, me transporta por completo a aquel lugar... No se que tan bueno o malo sea, tal vez así debiera tomarlo, como momentos, pero aún y con el tiempo, a veces, las cicatrices cierran, pero nunca dejan de doler...
Publicar un comentario
<< Home