"Caótica Ana", de Julio Médem
O también "La paloma roja", o "La ardilla del Círculo Polar", o "Ana y el sexo"...
Médem vuelve por sus fueros. Y de qué manera. Con su filme posiblemente más arriesgado y con toda seguridad el más rabioso.
Dedicada a su fallecida hermana Ana Médem, hay en "Caótica Ana" una rebelión furiosa contra la muerte, contra todas las muertes. Especialmente contra las muertes injustas, que acaban con las vidas en plenitud.
Ana vive y muere. Una y otra vez. Y la Ana virginal de Ibiza, esa Ana que no parece esconder nada, tras esa mirada luminosa y limpia, no va a ser ninguna excepción. Porque también tras esa Ana (tras esa puerta de mentira pintada en las paredes de su cueva) está el caos, el caos de todas las "anas" que han sido y serán.
La película empieza de un modo demoledor, con ese prólogo protagonizado por un halcón (masculino, depredador, implacable) y una paloma (femenina, hermosa y traviesa). Una paloma que se acaba cagando (literalmente) sobre el depredador. Justamente igual a lo que ocurrirá con el tramo final de la vida de Ana.
A partir de ahí, asistimos al devenir del personaje femenino, desde su origen en Ibiza, a través del doloroso viaje iniciático del conocimiento de sí misma. En ese viaje, le acompañarán una serie de personajes que le ayudarán a encontrarse.
Es posible que la lectura sobre la feminidad que nos propone Médem sea excesivamente estridente. Y que eso choque con la sutileza de otros trabajos suyos, que no lo olvidemos, también eran terribles muchas veces, aún tras esa forma de contar tan lírica y sugerente. Asimismo, también podría ser discutible alguno de los ensamblajes del guión, en especial en el último tercio que empieza con la travesía marítima con el padre del personaje interpretado por Bebe (padres viajeros y solitarios, una constante en el cine de Médem) y que se ve un pelín forzada; y por el hecho de ver al personaje principal podría decirse que "transformado" en cierto modo, al menos en comparación con su apariencia anterior. No olvidemos, en todo caso, que ese último tramo surge del dolor del conocimiento, de una transformación íntima y real. Conocimiento al que Ana se resiste con todas sus fuerzas, hasta que ya no le es posible negarse. Al final, tras ese tormentoso último capítulo, veremos a Ana de nuevo sumergida en el agua (eterno símbolo de vida y de venida al mundo), renaciendo de nuevo. A una nueva existencia plagada de incógnitas.
Igualmente, en la película, también resulta preciosa la relación de Ana y su padre (de nuevo padre de origen bávaro, como en "Los amantes del Círculo Polar"). Una relación que, como las grandes relaciones entre personajes, no necesita de mucho para ser contada. Simplemente una serie de apuntes (las cartas que ella le manda, la forma de mirarse cuando ella decide marcharse, o cuando se reencuentran...) que nos sirven para hacernos una perfecta idea de cómo son esas dos vidas.
La muerte es otro personaje más de la película. La muerte, que ya era otro personaje más en las anteriores obras del cineasta. En todas ellas.
Y muchos de los diálogos también son típicos de los guiones de Médem. Frases y diálogos disfrazados de sencillez, pero con una musicalidad y una cadencia que calan muy hondo.
Además, el personaje de Ana es una "criatura-Médem" de la cabeza a los pies. Guapísima Manuela Vellés. Guapísima y gran actriz. Que el director vasco sabe retratar en toda su desarmante hermosura, a través de una serie de planos de una belleza casi dolorosa. Se une a la galería de grandísimas interpretaciones femeninas que Julio ha sabido sacar de Najwa Nimri, Paz Vega, Silke (a la que Manuela recuerda bastante, por cierto) o Emma Suárez.
En definitiva, se podrá poner en tela de juicio alguno de los elementos de "Caótica Ana", en especial los que atañen a ciertas cuestiones de índole ideológica (excesivamente simplistas) y tal vez incluso de fondo. Pero yo creo que esta película es una "criatura" nacida de la furia, del dolor de la pérdida. Y como tal, entiendo como válidas algunas de las licencias que Médem se permite. Entiendo que Julio ha desnudado su alma en este trabajo de un modo como nunca había hecho antes. Y en todo caso, el fondo último (con el que se podrá estar más o menos de acuerdo) no debería hacernos olvidar ni dejar de apreciar la exquisitez y la belleza de la obra en sí.
Y lo que sí hay que agradecer al que seguramente es el mejor cineasta español de la actualidad (y uno de los mejores del mundo), es que siga arriesgando de esta manera. El riesgo que convierte cada visionado de una de sus películas en una experiencia peculiar y de las que dejan huella. Unas veces más honda y otras menos. Pero que nunca dejan indiferente. Y que siempre te aportan "algo".
2 Comments:
Espero que esa peli llegue a México.. ;)
Dan ganas de verla...
No sé si me atreveré.
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