Desaparecidos
Una noche en la habitación del hotel, estás viendo la tele (todo es posible) y te encuentras con tu cara. Te dicen que has desaparecido y que todo el mundo te busca. Tú te quedas perplejo, porque no se te había pasado por la cabeza que a nadie le preocupase tu ausencia pero, mira tú por dónde, resulta que ahora todos te echan de menos. No importa nada que te quedases con el alma ronca de gritar en silencio, ni importan las miradas que te traspasaban, como si fueses un cristal transparente. Ahora lo único que importa es que eres un desastre nacional. Una celebridad ausente. Un rostro familiar para todos los que pasaban a través de ti. Y a medida que empiezas a reaccionar, caes de nuevo en la cuenta de los motivos que te impulsaron a irte. Siguen siendo igual de válidos, aunque apenas los recuerdes. Y te preguntas qué derecho tiene nadie para hacer de tu decisión un problema o un suceso. Cuando estás te ignoran, pero cuando no estás te buscan. Exigen tu presencia. Algo así como una broma cósmica. Miras a tu alrededor y no ves ningún cambio. El mundo sigue siendo igual de ajeno a ti. Pero en la pantalla hay lágrimas y escenas de amargura, teléfonos sonando, voces histéricas que lamentan e imploran... todos se han dado cuenta de que eras alguien especial para ellos, ahora que ya no te tienen. Pero no vas a volver. Al fin y al cabo, dentro de unos segundos volverás a ser historia. Alguien ha entrado en la habitación. Ni siquiera te mira. Simplemente hace su trabajo mientras tu rostro en pantalla se transforma en un bote de detergente. Todo ha pasado. Ya vuelves a ser tú. Ya vuelves a ser nadie.
2 Comments:
Bueno, esto es como lo de no subirse a la estatua de Colón porque la tienes ahí y cualquier día puedes hacerlo.
Y si un buen día se cae la estatua verás a todo el mundo lamentándose.
Comportamiento típico.
Ni caso y a lo tuyo.
Ni el mejor cuento de terror....
Da miedo.
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