Área de descanso
Tus palabras no son sino la medida que me separa de ti cada vez más. Tu voz es el espacio que nos distancia y hace que me sienta tan lejos. Tan distinto a lo que dices y a lo que eres. Cada vez que me hablas, acentúas la diferencia. Hoy me siento cómodo en mi pequeño infierno. Aprendiendo a soportarme. Incluso hace que me sienta bien. La liberación del que ya no espera ser liberado. Del que ha comprendido, después de tantos esfuerzos que creía inútiles, que no hay nada que me una ni que me obligue contigo ni con nadie. Al fin he conseguido pintar esta celda transparente de un color llamado indiferencia. La crueldad de la esperanza se ha sumergido para siempre en este foso oscuro que me rodea, mientras tal vez para ti y para todos los que son como tú, seguirá siendo esa pesada carga de la que no puedes desligarte. Eres tan inútil para mí como yo lo soy para ti. La diferencia es que yo ya lo sé. Pero a ti todavía te queda mucha oscuridad para llegar a la luz de tu propia soledad, a la que no te resignas; y que te acecha, por mucho que cierres los ojos y llenes tus silencios aterradores de palabras que crees que te acercan a los demás, cuando lo único que hacen es dejarte en evidencia y mostrar el vacío que llevas dentro. No eres más que otro accidente del paisaje. Igual de gris. Igual que yo.
2 Comments:
El color indiferencia debe parecerse mucho al negro.
O al "casi" negro, ¿no?
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