miércoles, julio 18, 2007

"Takeshis", de Takeshi Kitano


Después de haberse convertido en un Mito del cine moderno en medio mundo, Kitano puede permitirse el lujo de tomarse a sí mismo en broma cuándo y cómo quiera. Aunque lo de tomarse en broma es un decir. Del mismo modo podría decirse que ese puñado de grandes obras que nos ha regalado le dan carta blanca para darse un autohomenaje. Aunque sea como en este caso, de una forma tan bizarra y surrealista.

En "Takeshis" están todos los "kitanos" posibles. El Kitano de "Brother", el de "Hana-Bi", pero también el de "Sonatine" y "Boiling Point". Y sí, el de "Zatoichi". Joder! está hasta el Kitano de Humor Amarillo. Así pues, el título no es casual. Y no alude únicamente al doble personaje que interpreta en el filme.

Asimismo, con los años Kitano ha sabido crear un lenguaje propio. Un lenguaje hecho de rasgos visuales inconfundibles, de ritmo característico... y hasta eso "deconstruye" en "Takeshis". Hasta el punto de romper su filmografía y su modo de hacer cine en miles de pequeñísimas piezas, para luego reconstruírlas a su antojo, no importa en qué orden. Al final siempre acaban encajando. O desencajando. Pero no chirrían. Porque todas llevan su sello inconfundible.

La primera parte de la película vendría a ser una especie de declaración de intenciones, dejando muy claro que el ritmo, el montaje, etc. no van a ser los acostumbrados. Que estamos ante algo distinto. Secuencias que se anticipan a la acción y que luego se repiten. Personajes ultramarcianos, colorido y música cambiantes pero terriblemente estudiados... Y una vez hemos entrado en situación, el amigo Takeshi, o el amigo Kitano, o quién coño sea en ese momento, se transmuta en una suerte de David Lynch con ojos rasgados y parálisis facial, un David Lynch con muchas ganas de jugar. Es entonces cuando entra en juego el caos, la confusión de identidades, los momentos que de un instante a otro pasan de cómicos a violentos y de entendibles a ridículos. Todo vale.

Kitano, en ese momento, ya nos ha revelado sus verdaderas intenciones. Principalmente sumergirse dentro de sí mismo. Verse desde dentro, pero también desde fuera. Nos introduce dentro de su mente genial, con todo lo hermoso y lo terrible que ello conlleva. Del mismo modo, también nos muestra la visión que los que le admiran y le siguen tienen de él. Es el "universo Kitano" sin trampa ni cartón, en carne viva. El Kitano que lo mismo te cuenta un chiste lleno de infantil inocencia, como te descerraja a balazos sin pestañear (bueno, guiñando un ojo).

Así pues, ¿qué es "Takeshis"? Un divertimento, principalmente. La muestra de hasta qué punto un creador como Takeshi Kitano se siente libre de hacer lo que quiera. Aunque él diga que la idea de este filme viene de antiguo, ningún momento mejor que el presente para llevarlo a cabo. Cuando los que amamos su obra podemos entrar de lleno en su juego, tan amargo como vitalista. Tan impredecible como querido. Una golosina dulce y envenenada para los amantes del cine de este Maestro, pero también para sus detractores. Para que los que le idolatramos, sigamos postrados ante él. Y para que los que dicen "no hay para tanto" salgan despavoridos, mientras el bueno de Beat Takeshi se descojona con su lado amable, permanece hierático con su lado siniestro, y su rostro todo conforma un poema facial tan bello como inescrutable.