martes, diciembre 08, 2009

Vuelta a casa


Donde todo parece esperarte. Donde cada rincón te cuenta su propia vieja historia. Aunque haga mucho que ya no vives allí, nunca te has ido del todo. Miras a tu alrededor y las mismas caras de los desconocidos te son familiares. Las raíces invisibles, que parecen prolongarse sin límite día a día y desde hace tiempo, aquí se empeñan en guiarte, más férreas que nunca, a través de un paisaje que forma parte de ti. O tal vez sea al revés. Como si no fueses dueño de tus pasos, sino un parte más de ese lugar. Todo lo que has sido en este tiempo se te ha ido de la cabeza en un instante. Ahora tan sólo cuenta lo que ves y lo que tocas, tan nuevo y tan viejo. Piensas que, algún otro día, cuando vuelvas, te apetecerá detenerte en ese instante del atardecer dominical, con las calles solitarias y casi, casi silenciosas. Ese instante en el que cabe todo un mundo. O acaso las mañanas de invierno. Las mañanas de abrigos y sol tenue pero pertinaz, reflejando cada mueca del asfalto y cada gesto de los edificios. Pero en este momento, lo único que buscas dejar aquí es la sensación de eterno retorno. Ahora, que cada vez que vuelves a alejarte, ya no dices "hasta siempre", sino "hasta pronto".