domingo, enero 17, 2010

Holmes no trabaja en domingo


Si él quisiera ayudarte, acudiría a tu llamada. Empezaría por buscar testigos. Como no los hay, se dejaría llevar por la intuición. Investigaría con fruición las muescas que ha dejado el aire; escucharía atentamente a qué suena ese silencio; a qué huele esa ausencia. Luego empezaría a hacerse preguntas, a reírse a destiempo, a mirar hacia atrás furtivamente... Se callaría y no habría nadie capaz de arrancarle de su mutismo. Cualquiera que se fijase en sus ojos, se daría cuenta de que su mirada llegaba mucho más allá. De que traspasaba los cuerpos y los muros. De que recorría las calles barridas por el viento y llegaba hasta un mar que trataba de serenarse, en vano. Entonces no podrías más y empezarías a preguntarle. Como él seguiría sin hablar, le sacudirías por los hombros, le suplicarías, te postrarías ante él. Y a lo mejor, después de mucho rato, sin informar a las autoridades, sin realizar ninguna otra pesquisa ni estudio previo, te miraría con una extraña mezcla de tristeza y furia, y te diría lentamente, masticando las tres palabras: "no lo sé". Después, se levantaría, se pondría su sombrero y su gabardina y te dejaría allí, solo, tratando desesperadamente de encontrar la pregunta a su respuesta.