miércoles, enero 13, 2010

Segunda noche esclarecida


Los pies fríos bajo las sombras. Escarbando en secretos bajo la nieve que han quedado ocultos hasta mayo, cuando todo se sabrá. Algunos ya no tendrán sentido. Otros (de color rojo) pondrán un velo de penumbra entre ellos y lo de afuera. Caminas deprisa, pensando en aquella carta que nunca llegaste a recibir. Aunque sabes que estás acabado, no dejas de bailar por dentro. Lo apostarías todo a un par de frases, por amor al comercio. Acabas donde el mar empieza y extiendes tu mirada como un tucán en lo alto de la montaña, buscando la silueta de la arponera que ensartará tus penas con olor a tiburón blanco. De espaldas a ti, una sorpresa, dos sorpresas, tres formas de decir no quiero. Cuando vuelvas, tras sucumbir al dolor de cabeza que te protege cada noche y hervir a fuego lento las cenizas del corazón, empezarás a plantearte muy seriamente perderte en algún desierto donde recuperar la fuerza de los débiles y el sabor de su aire.