Cualquier noche
Como ésta.
Una noche en mitad de la semana, cuando nadie observa, cuando nadie sabe. Nada hay que la haga distinta a cualquier otra, porque todas las noches tienen una textura reconocible para el que sueña o para el que está despierto. Las horas del día se prestan más a la diferencia, porque hay ese ruido incesante de la vida en movimiento. Pero desde el momento en que se hace la oscuridad, entramos en un terreno peculiar. Familiar para nuestro yo más profundo. Y somos nosotros mismos quienes le damos a ese momento el carácter de familiaridad. Porque la noche es, esencialmente, estar a solas con nosotros mismos. Con nosotros y con lo que somos. Con lo que tememos. Con lo que esperamos. Y eso nos acompaña desde siempre y para siempre.
Hay diferentes fases: la conciencia de estar en ese lugar, mientras los sonidos de lo cotidiano se extinguen; el vasto abismo de la madrugada, interminable, donde cabe cualquier pensamiento, cualquier certidumbre y donde todos los interrogantes levantan las cejas con expresión desafiante; y por último, el primer atisbo de amanecer. Ése es mi momento preferido. Porque todo está recubierto de una pátina de irrealidad, donde los sentidos más profundos y aletargados se explayan y durante un instante (sólo un instante), la más irresponsable de las inconsciencias te hace creer que ese día será distinto.
Tal vez ni siquiera el día más negro sea capaz de neutralizar la fuerza de ese simple instante de loca ilusión.
Y tal vez muchos estén tan perdidos y tan muertos que pasen de largo por ese momento, durmiendo.
6 Comments:
algunos lo vivimos así, tyla. un poco insomnes para poder alcanzar algo de ese primer destello.
un abrazo.
jumpin.
Y a veces, sólo algunas veces, adivinamos ese fulgor en otras miradas, aunque no estén delante nuestro, ¿verdad?
Un abrazo, Jumpin.
Cualquier día puede comportarse como noche, sólo hay que cerrar las ventanas, cerrar los oídos, cerrar el mundo...
Buenas noches Tyla, me apena leerte triste, pero... me ha encantado lo que has escrito, ahora mismo, antes incluso de que el sol empiece a salir, siento que mañana va a ser un día especial, que voy a comerme el mundo... también lo pensé ayer, es cierto, y no funcionó... pero quizá esta vez...
Me voy a dormir, a ver si mañana... a ver si mañana por fin puede ser.
Gracias, Noviembre. Y a mí me encanta tu blog y tu nombre. A veces hay veranos que arrastran aún el peso del otoño.
Las noches están hechas para echar de menos y odiar.
Es más fácil que encontrarse...
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