martes, noviembre 21, 2006

"Borat", de Larry Charles

Image Hosted by ImageShack.us Pues bueno, me he decidido a verla y al final me he encontrado con una gamberrada simpatiquilla. Lamentablemente, bastante irregular, eso sí.

Hay que reconocer que los aciertos predominan y que el concepto, la idea de partida del filme es magnífica: la sociedad estadounidense vista a través de los ojos de un individuo que (en apariencia) proviene de un submundo infradesarrollado, mediante un recorrido al más puro estilo de las "road movies" clásicas.

A través de distintas viñetas, se nos muestra cómo los USA profundos pueden llegar a ser muchísimo más siniestros, descerebrados y cuestionables en cuanto a mentalidad que esa desastrosa y tercermundista Kadzajistán (como se escriba).

Sacha Baron no se anda con chiquitas. En ocasiones vuelca su afán provocador de un modo completamente gratuito, como en la secuencia de la persecución nudista por el hotel, francamente desagradable y que no se entiende si no tiene lugar con el único fin de incomodar al espectador. O esa lección de buenas maneras a la mesa, rematada con un bastante poco gracioso chascarrillo protagonizado por una bolsa de plástico llena de mierda. En ese sentido, resulta mucho más conseguido el juego de palabras sobre el “retraso” de uno de los personajes. Igualmente provocador, pero mucho más divertido. O la entrevista televisiva, deudora de los peores momentos de un Roberto Benigni, pongamos por caso. Sin olvidar el anticlimático encuentro con Pamela Anderson, bastante desaprovechado a la postre.

Afortunadamente, como digo, hay otros momentos de una indudable calidad cómica dentro de ese mismo estilo gamberro y transgresor, como el “homenaje” a “Cowboy de Medianoche”, decididamente hilarante. O toda la secuencia de la ceremonia iniciática mezcla de puritanismo republicano y fervor religioso sectario, en la que Borat se convierte en una especie de Michael Moore de rasgos musulmanes. Sin olvidar el descacharrante “encierro de judíos”, en el marco de la presentación del personaje en su país, que de hecho constituye el mejor tramo de la película.

Por lo demás, uno está un poco de vuelta de esta actual corriente del “humor grueso” procedente de los cómicos de moda en USA (véase la saga “Scary Movie” y allegadas, en franca decadencia, tras un fulgurante inicio).
Ya quedan lejos las primeras apariciones de los Farrelly, con sus chistes racistas, sobre discapacitados, misóginos y de mal gusto, que por entonces resultaban francamente refrescantes y además estaban situados en el contexto de comedias de regusto clásico, tras su aparente rupturismo. Pero llega un momento en que el espectador está saturado de escatología y demás manifestaciones de gusto dudoso. No por mojigatería, sino por repetición, por hartazgo.

Así y todo, “Borat” es un artefacto de indudable efectividad y que en algunos momentos llega más lejos que ninguna otra, lo cuál le otorga un cierto mérito, aunque a ojos de alguien pueda resultar un mérito más que dudoso.
Con sus limitaciones y sus irregularidades, eso sí, cosa bastante preocupante en un filme que no llega a la hora y media. Pero que se deja ver con agrado y permite más de un momento de sano regocijo culpable.