Oh, fungoso Lovecraft!!
Me gustan tus pesadillas, ominosas y oscuras.
Me gusta recorrer contigo esas calles empedradas y tortuosas de las antiguas poblaciones costeras, llenas de secretos malolientes, a donde van a morir los océanos hechizados. Esos caminos grises y otoñales, donde los ojos muertos de las casas aisladas vigilan y esperan, en las perdidas horas del crepúsculo.
Adentrarme en todas las habitaciones polvorientas, al final de la escalera, donde tantos infelices han hecho frente a un destino inconcebible, devorados por las sombras de sí mismos.
Imaginar lo innombrable, a escondidas, a altas horas de la noche, mientras todos tratan de cerrar los ojos y dormir sin sueños perturbadores.
O simplemente viajar a las lejanas tierras de la infancia, con una copia en tres minutos de la Llave de Plata, a través de parajes extraños, habitados por seres más extraños aún que los hombres.
Nadie como tú ha sabido soñar tanto y tan bien.
Supiste crear de la nada un universo a tu medida, poblado de criaturas pavorosas, por tierra, mar y aire.
Llenaste el inconsciente colectivo de malos pensamientos, souvenirs de tus viajes por turbias dimensiones.
Y lo que en vida fue silencio y vacío, tras tu muerte se ha convertido en la única existencia posible de muchas vidas amargas, que han podido encontrar consuelo en las mismas tinieblas que te protegían a ti del acechante caos del mundo real.
5 Comments:
Yo, como le ocurrió en su tiempo a Randolph Carter, también perdí la Llave de Plata, así que tuve que ponerme a escarbar bajo los umbrales para poder entrar en esos reinos de horror y maravilla. Ahora voy y vengo cuando puedo, pero no consigo evitar ensuciarme con el lodo de lo cotidiano, de lo pueril y miserable.
Pues sí, tienes toda la razón. Pero siempre nos queda el consuelo de pensar que el umbral se puede hallar en cualquier lugar y en cualquier momento, cuando menos te lo esperas. Y sobretodo, no dejar de buscar.
Que hermosa declaración de amor al ermitaño de Providence que me enorgullceria escribir a mi, pues soy un extraño en este siglo y entre los que aún siguen siendo hombres.
Luego, tú eres "El Extraño". Todos lo somos un rato cada día. Gracias.
Cruzar el umbral y ser transportado por el genio de Providence a ese mundo de seres amorfos que habitaban su mente, es incomparable.
Ciertamente, es un universo de “seres más extraños aun que los hombres"
Publicar un comentario
<< Home