jueves, diciembre 17, 2009

Despierto


Despiertas en mitad de la madrugada. No sabes qué hora es, ni te importa, así que no lo miras. Al momento te das cuenta de que no vas a poder volver a dormirte. Abres los ojos y la oscuridad lo envuelve todo. Imaginas el techo encima tuyo, pero no lo ves. Ha sido un día rutinario, no especialmente duro ni liviano. Simplemente, uno más. Sin embargo, ahora mismo notas una especie de angustia que seguramente es lo que te ha despertado. Una angustia que parece anunciar algo. En realidad, hace ya tiempo que le das vueltas a las cosas. Echas un vistazo a tu vida y lo que ves no te dice nada. Al menos, nada que ver con lo que una vez imaginaste que tu vida sería. Los años han ido pasando, confundiéndose el uno con el otro. Ni siquiera recuerdas la última vez que tu existencia dio un giro. El trabajo, los amigos, la familia... todo parece funcionar a piñón fijo. Sin estridencias, pero sin llenarte. Eso es lo más difícil de todo. Saber qué es lo que te falta. Obviamente, no es nada material, ni fácilmente evaluable. Te has quedado un rato en blanco, como con la línea de pensamiento interrumpida. De repente, eres consciente de que han pasado unos minutos. Y sin darte cuenta, es como si una idea firme e insoslayable se hubiese adueñado de tu ánimo. Pero de un modo tan apabullante, que no admite ninguna clase de duda. Hay que cambiar. Has de romper con todo y empezar de cero. Y lo has de hacer desde mañana. Echar a andar de nuevo, recorriendo nuevos caminos. Dejar todo lo que ha sido tu pasado reciente y retomar las viejas ilusiones. Te sorprende tu propia firmeza. Pero al mismo tiempo, te seduce la idea de construir, de planificar. Seguramente lo más complicado será dejarlo todo atrás. Explicarte y justificarte. Pero ahora mismo lo tienes tan claro, que ni siquiera eso te importa. Sólo piensas en la nueva etapa que empezará dentro de unas pocas horas. Pasan los minutos y no dejas de dar vueltas, sonriente en la oscuridad. Entre excitado y aliviado. Es una sensación muy extraña, que lo ocupa todo. ¿Tienes algo que perder? Ésa es la gran pregunta, seguramente. Piensas que el tiempo lo dirá. Ahora mismo, en este instante de la madrugada, te regocija observarte a ti mismo, tan distinto al que se acostó poco antes de la medianoche. Lentamente, el sueño te va venciendo. Y a la excitación, le puede la calma del silencio que lo sigue envolviendo todo. Apenas eres consciente de que cuando la primera línea de luz se insinúa tras la ventana, te duermes con una sonrisa. Horas después abres los ojos, el despertador suena estridente. Lo apagas, sin mirar. Te duele la cabeza. Suspiras. Te levantas. Cuando sales del baño, una idea lejana acude a ti. ¿Un sueño? No, no era un sueño. Te despertaste en mitad de la noche y echaste a volar la imaginación. Sonríes. Inicias el ritual de todas las mañanas y sales a la calle. Como siempre.

1 Comments:

At 12:52 p. m., Blogger Lore said...

Melancolías y rutinas.

Te aseguro que escribes muy buenos relatos de terror.


Un beso.

 

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