lunes, diciembre 14, 2009

Refugios


De la nieve y del invierno. Pero sobretodo de las tormentas interiores. Desdoblarme y encontrar un lugar seguro, que me aísle de esa otra parte de mí. La que se deja llevar por las mareas furiosas. Verme reflejado en otros paisajes, mejor imaginados. Paisajes que no se rompen de repente. Soy el que atraviesa todos los desiertos con el oasis a su espalda. El espejismo que es la realidad de vez en cuando sigue arañando mis ojos, pero poco a poco aprendo a cerrarlos más rápido y fuerte. El fondo del mar siempre ha sido más digno de verse que la superficie. Llegar hasta el fondo de la cueva. Descubrir cuánto rastro deja tras de sí un pensamiento fugaz. Esta vez no me importará esperar más tiempo. He trascendido a la urgencia de lo inevitable. Esa ficción que sólo puede nacer de mentes que no saben imaginar. Me quedo con las ficciones de los que nunca han aprendido a vivir cómodamente instalados en la inercia. Y más que a contracorriente, por debajo del agua. Donde el tiempo no cuente, ni las palabras se gasten hasta perder su significado. Verme reflejado en una hoja de papel. En una frase encontrada al azar. Pararme a desentrañar el mecanismo de un destello en mitad de la tarde. Lejos de ruidos y de voces que se repiten y contaminan cada silencio irrepetible.