sábado, diciembre 19, 2009

¿Te acuerdas de mí?


Llevaba un buen rato allí. Estaba por levantarse y salir a la calle de un momento a otro. Pero afuera debía hacer mucho frío a aquellas horas de la noche. Al fin y al cabo, el ambiente del bar estaba muy cargado, pero no era del todo desagradable. Simplemente se aburría. Solo. Había entrado al salir del trabajo y se le habían pasado las horas entre cerveza y cerveza. En aquellos momentos, el local ya estaba a rebosar. Pasado otro rato, apuró un último trago y al mirar al frente, se sorprendió al ver a una chica que le miraba, al otro lado de la mesa, dispuesta a sentarse con él. Tras unos segundos, ella dijo: "¿no te acuerdas de mí?". Pero no. A él no le sonaba para nada aquel rostro. Un rostro agradable, pero vulgar. La chica no estaba mal, iba bien vestida y tenía aspecto de sentirse algo insegura. La invitó a sentarse, a falta de otra ocurrencia. Ella lo hizo y al cabo de unos instantes, una nueva ronda de bebidas (esta vez para dos) ocupaban su espacio, sobre la mesa. Empezaron a hablar de cosas triviales. Del ambiente del bar, de la música que sonaba, de lo frío que estaba siendo aquel invierno... y poco a poco, de manera natural pero sin que ninguno de los dos hiciese nada por evitarlo, la conversación fue derivando hacia temas más personales y profundos. Así pasaron los minutos. Minutos que se hicieron horas. Cuando alguno de los temas de la charla parecía apagarse, ella volvía a repetir: "¿es que no te acuerdas de mí?". A él le parecía extraño, puesto que estaba convencidísimo de que era la primera vez que veía a aquella chica. Y se limitaba a negar, con una sonrisa. Más bebidas, más horas y el chico se sentía cada vez más atraído por ella. Pero no de un modo físico, o no enteramente de ese modo. Había algo más. Ella le transmitía una sensación muy agradable, como de haber conectado a un nivel profundo. Hasta el punto de que, en un momento dado, el ambiente del local pareció transformarse en algo casi irreal, perdiéndose tras el humo y la confusión de voces. Parecía que sólo estuviesen ellos dos en el mundo. Su mesa parecía ocupar una esquina del universo. El hombre, ni siquiera fue consciente de ello, pero se habían ido quedando solos. La gente se había ido yendo poco a poco. Ya ni siquiera sonaba la música. Los camareros hablaban en un extremo de la barra y cuando él miró su reloj, no podía dar crédito. Las tres de la madrugada. Parecía increíble. Era como si el tiempo con la desconocida se hubiese deslizado por una rampa de alta velocidad, hasta perder por completo su medida. Él iba a sugerir que seguramente ya era el momento de irse, cuando de nuevo, la chica dejó de sonreir y con su rostro repentinamente ensombrecido dijo por enésima vez: "¿aún no te acuerdas de mí?". A él, aquello se le había antojado una especie de broma hasta aquel momento. Pero en ese punto de la noche, en mitad de aquella atmósfera contenida y casi irreal, sonó por primera vez como una pregunta con una cierta cualidad amenazante, ominosa. Especialmente por el constraste que suponía con el tono distendido y cómplice que había nacido entre ambos. Trató de esquivar la cuestión dirigiéndose a la barra para pagar las numerosas consumiciones acumuladas a lo largo de la tarde y de la noche, mientras de reojo la veía a ella recoger su abrigo y encaminarse hacia la salida. Metiéndose el cambio en el bolsillo y abrochándose la chaqueta, él también encaró la salida del local. Al asomarse a la calle, el azote del viento helado le sacudió el rostro. Se preguntó si debía atreverse a proponerle llevarla a su casa. No quería pecar de precipitado, porque lo cierto es que ella le había gustado mucho y por nada del mundo deseaba estropear algo que podía llegar, tal vez, mucho más allá de una simple noche. Al fin y al cabo, ni siquiera se habían dicho sus nombres. Pero cuando miró a su alrededor, se dio cuenta de que estaba completamente solo. La calle estaba desierta. Entonces y sólo entonces, la recordó. Y aunque después de aquella noche no volvió a verla nunca más, ya no pudo olvidarla.

1 Comments:

At 12:28 p. m., Blogger Maybellene said...

Me ha encantado. Hay personas que pasan por tu vida unas horas y dejan un reuerdo mayor que el que se queda a tu lado años.

 

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