lunes, noviembre 30, 2009

Hacer vidas, rehacer vidas


Con qué ligereza se utilizan a veces algunas expresiones. Y en cuántas ocasiones se sobrevaloran los sentimientos. Al menos, algunos de ellos. En todo caso, hoy he venido aquí a hablarte de ti, es decir, de mí. De esa vida que nunca tendremos que rehacer, porque el hacerla por primera vez nos ocupará demasiado tiempo. Aún estamos empezando. Queda todo por delante. Saber quiénes somos, qué somos. Saber qué tenemos, qué queremos. Qué materiales desechar, por inútiles, y cuántos de ellos serán irrecuperables, sin saberlo. Descifrar esas mecánicas intangibles que en ocasiones rozan el paisaje por el rabillo del ojo, para acto seguido esfumarse antes de haberlas aprehendido. Engañémonos, pensando que hay algo que entender. Inventémonos una fórmula infalible para comprender el caos y una herramienta precisa para trabajar la nada. Tantas veces creyendo haber construido algo perdurable, que se desmorona con la humedad de las últimas lágrimas. Tantas veces pensando que pisas tierra firme y antes de que llegue la noche, el abismo ya se ha fijado en ti. ¿No estaremos rehaciendo nuestra vida con cada amanecer? ¿no estaremos viviendo por primera y última vez todos los días? O más aún, ¿no será La Vida la que "nos hace" y "nos rehace" a nosotros? Inercia, ilusión, vacío... Es posible que seamos el material del que están hechos los sueños de nadie.