martes, julio 24, 2007

La perdida estrella de la tarde


Latidos de madrugada fría
Oscura penumbra, alba melancolía
Respiras en dulces ensueños
Entre tibios desvelos te deslizas
Nada esperas, salvo reinventarte
Algo más fuerte cada día

lunes, julio 23, 2007

Una concha con la forma de... Iker Jiménez

Cada domingo promete resolver un misterio que muchas veces ni siquiera es tal misterio. Pero aún así... lo resuelve!!

El canto de las sirenas: "Ugly Sunday"

"Ugly Sunday" - MARK LANEGAN



Cuando todos los días parecen domingo, siempre queda Mark. El suyo es el gris más brillante.

domingo, julio 22, 2007

Área de descanso


Tus palabras no son sino la medida que me separa de ti cada vez más. Tu voz es el espacio que nos distancia y hace que me sienta tan lejos. Tan distinto a lo que dices y a lo que eres. Cada vez que me hablas, acentúas la diferencia. Hoy me siento cómodo en mi pequeño infierno. Aprendiendo a soportarme. Incluso hace que me sienta bien. La liberación del que ya no espera ser liberado. Del que ha comprendido, después de tantos esfuerzos que creía inútiles, que no hay nada que me una ni que me obligue contigo ni con nadie. Al fin he conseguido pintar esta celda transparente de un color llamado indiferencia. La crueldad de la esperanza se ha sumergido para siempre en este foso oscuro que me rodea, mientras tal vez para ti y para todos los que son como tú, seguirá siendo esa pesada carga de la que no puedes desligarte. Eres tan inútil para mí como yo lo soy para ti. La diferencia es que yo ya lo sé. Pero a ti todavía te queda mucha oscuridad para llegar a la luz de tu propia soledad, a la que no te resignas; y que te acecha, por mucho que cierres los ojos y llenes tus silencios aterradores de palabras que crees que te acercan a los demás, cuando lo único que hacen es dejarte en evidencia y mostrar el vacío que llevas dentro. No eres más que otro accidente del paisaje. Igual de gris. Igual que yo.

viernes, julio 20, 2007

"Asfixia", de Chuck Palahniuk


En su obra más célebre, "El Club de la Lucha", Palahniuk planteaba una serie de elementos que, por separado, darían para varios libros. Uno de ellos era el tema de las adicciones. Lo que ocurre es que un tipo como Palahniuk, que si por algo se caracteriza es por padecer una tremenda incontinencia de ideas, tampoco es capaz de limitarse a centrar una de sus obras en un solo asunto.

Así pues, "Asfixia" vuelve a mostrarnos a un personaje principal desquiciado y al que el calificativo de "antihéroe" se le queda minúsculo. Es mucho más que eso. O sea, mucho menos. Es un auténtico paria, que se las ingenia para sobrevivir, pero sobretodo se pasa la vida luchando para mantener una cordura más que frágil. Si Bret Easton Ellis, el otro cronista privilegiado del desquiciamiento del urbanita actual, centra sus argumentos en las apariencias y en la esclavitud anímica que comportan, Palahniuk se mete de lleno en el tuétano de sus personajes. Un tuétano tan podrido como sus cerebros. Que moldean el mundo exterior a su antojo, desde dentro, pero que a la vez son arrastrados por la corriente ciega y demoledora del caos que es la propia vida.

Victor Mancini, el protagonista de "Asfixia", es una especie de mesías de vertedero. Un hijo de padre desconocido y de madre más desconocida todavía. Que se rodea de individuos tan o más perdidos que él y se alimenta de su podredumbre moral. Dicho así puede parecer un argumento duro y poco dado a la comicidad. En realidad, es todo lo contrario. Mancini tiene en común algunas cosas con el protagonista de "El Club de la Lucha", pero se diferencia claramente en el aspecto cómico de los trances en los que se ve metido: compañeros de trabajo más tarados incluso que él, viejas que le acosan haciéndole culpable de todas sus desgracias, adictas al sexo que fantasean con ser violadas (pero, eso sí, con matemática precisión), pollos cojos, enfermeras que no lo son, enfermas que lo son menos, bolas chinas indigestas y gente que le salva la vida en los restaurantes cada vez que va justo de dinero.

"Asfixia" es un torrente continuo de descarnada hilaridad. Que provoca en el lector que las carcajadas se tornen en muecas y de nuevo en carcajadas, entre párrafo y párrafo. A pesar de que su final es algo precipitado, deja el mismo poso de regocijante malestar que "El Club de la Lucha".

jueves, julio 19, 2007

El canto de las sirenas: "Stop!"

"Stop!" - JANE'S ADDICTION



Mi yo desmelenado.
Perry Farrell es el animalejo que a veces me corre por las venas y me electrifica la sangre. El alien travieso de talento sobrenatural que me habría gustado llegar a ser. Me quedé en alien travieso. Algo es algo.
La primera vez que escuché esta canción, dejé pelos de la cabeza adheridos al techo de mi habitación.

Mensajes en una botella ( 2 )

Una esponja nunca tiene un mal día.

La historia de los que se fueron y nunca nadie volvió a ver


-Estaba aquel hombre del pantalón de cuadros y olor a sudor que vino con nosotros en el tren a Galicia. Era muy agradable.
-Y aquella chica que me dio conversación en la sala de espera del hospital.
-Aquel niño al que rompí uno de los muñequitos que me dejó para que jugase con él una mañana de domingo en el parque.
-Aquel otro niño al que pegué un pelotazo en la cara y no me quiso perdonar.
-La chica a la que no conocía de nada y con la que estuve hablando toda la noche en mi casa.
-El hombre solo comprando en la pescadería, rodeado de mujeres. Qué pena me dio.
-La vieja de la plaza que me decía que era clavadito al Niño Jesús. Ésta me daba miedo.
-El tío de gafas que siempre se subía al autobús con un libro viejo. Olía a libro viejo.
-El yonqui que me atracó dos veces el mismo día en La Diagonal. "Qué poco fisonomista eres", le dije.
-El conductor que nos dejaba subir en la última parada del autobús y hacer el burro allí dentro.
-El camarero que me prestó dinero para que le grabase un disco. No volví nunca más a aquel bar.
-El minero jubilado que sabía más de la vida que todos los Premios Nobel juntos.
-El primer chino al que vi en mi vida.
-El borracho con muletas de la bolera que me pedía tabaco y luego no se me despegaba de encima.
-Aquel tipo canoso tan simpático que nos contó mil historias en una terraza y que cada cuarto de hora se iba al baño a meterse una raya dejándonos con la palabra en la boca.

(Continuará)

(Supongo)

El canto de las sirenas: "Oceans"

"Oceans" - PEARL JAM




Tiempo y marea.
Los dulces veranos en blanco y negro, cuando el dolor adolescente era suave.
Cuando te podías sumergir en aguas de cálida indiferencia, porque nada tenía demasiada importancia.
Todavía me llega el rumor de aquellas olas, como un eco pálido de algo que pudo haber sido.
Más que suficiente para estremecerme.

miércoles, julio 18, 2007

"Takeshis", de Takeshi Kitano


Después de haberse convertido en un Mito del cine moderno en medio mundo, Kitano puede permitirse el lujo de tomarse a sí mismo en broma cuándo y cómo quiera. Aunque lo de tomarse en broma es un decir. Del mismo modo podría decirse que ese puñado de grandes obras que nos ha regalado le dan carta blanca para darse un autohomenaje. Aunque sea como en este caso, de una forma tan bizarra y surrealista.

En "Takeshis" están todos los "kitanos" posibles. El Kitano de "Brother", el de "Hana-Bi", pero también el de "Sonatine" y "Boiling Point". Y sí, el de "Zatoichi". Joder! está hasta el Kitano de Humor Amarillo. Así pues, el título no es casual. Y no alude únicamente al doble personaje que interpreta en el filme.

Asimismo, con los años Kitano ha sabido crear un lenguaje propio. Un lenguaje hecho de rasgos visuales inconfundibles, de ritmo característico... y hasta eso "deconstruye" en "Takeshis". Hasta el punto de romper su filmografía y su modo de hacer cine en miles de pequeñísimas piezas, para luego reconstruírlas a su antojo, no importa en qué orden. Al final siempre acaban encajando. O desencajando. Pero no chirrían. Porque todas llevan su sello inconfundible.

La primera parte de la película vendría a ser una especie de declaración de intenciones, dejando muy claro que el ritmo, el montaje, etc. no van a ser los acostumbrados. Que estamos ante algo distinto. Secuencias que se anticipan a la acción y que luego se repiten. Personajes ultramarcianos, colorido y música cambiantes pero terriblemente estudiados... Y una vez hemos entrado en situación, el amigo Takeshi, o el amigo Kitano, o quién coño sea en ese momento, se transmuta en una suerte de David Lynch con ojos rasgados y parálisis facial, un David Lynch con muchas ganas de jugar. Es entonces cuando entra en juego el caos, la confusión de identidades, los momentos que de un instante a otro pasan de cómicos a violentos y de entendibles a ridículos. Todo vale.

Kitano, en ese momento, ya nos ha revelado sus verdaderas intenciones. Principalmente sumergirse dentro de sí mismo. Verse desde dentro, pero también desde fuera. Nos introduce dentro de su mente genial, con todo lo hermoso y lo terrible que ello conlleva. Del mismo modo, también nos muestra la visión que los que le admiran y le siguen tienen de él. Es el "universo Kitano" sin trampa ni cartón, en carne viva. El Kitano que lo mismo te cuenta un chiste lleno de infantil inocencia, como te descerraja a balazos sin pestañear (bueno, guiñando un ojo).

Así pues, ¿qué es "Takeshis"? Un divertimento, principalmente. La muestra de hasta qué punto un creador como Takeshi Kitano se siente libre de hacer lo que quiera. Aunque él diga que la idea de este filme viene de antiguo, ningún momento mejor que el presente para llevarlo a cabo. Cuando los que amamos su obra podemos entrar de lleno en su juego, tan amargo como vitalista. Tan impredecible como querido. Una golosina dulce y envenenada para los amantes del cine de este Maestro, pero también para sus detractores. Para que los que le idolatramos, sigamos postrados ante él. Y para que los que dicen "no hay para tanto" salgan despavoridos, mientras el bueno de Beat Takeshi se descojona con su lado amable, permanece hierático con su lado siniestro, y su rostro todo conforma un poema facial tan bello como inescrutable.

martes, julio 17, 2007

Julio de 2007 -- El columpio


El columpio desvencijado se balanceaba ligeramente bajo el cielo marciano. A sus pies, un charco rojizo contrastaba con el resto del paisaje, totalmente verde. Aunque no había un solo movimiento, la superficie del charco reflejaba algunas imágenes. Imágenes de otros tiempos, no necesariamente ciertos ni soñados. Simples imágenes de cosas que podían haber sido, o no. Como la de aquel niño que jugaba a la orilla del mar durante las horas muertas de algún verano, cuando la tarde se estiraba acariciada por un viento fragante y suave. O la imagen de un grupo de árboles de perezosas hojas que de noche cambiarían su aspecto y se convertirían en activos habitantes de la madrugada estival. El charco también reflejaba la silueta de una anciana con la mirada perdida, que hacía ver que miraba algo más allá de una ventana demasiado grande, como esperando ver llegar a la muerte marchitando a su paso las lilas del camino. El reflejo de todas aquellas soledades se deslizaba en ondas silenciosas, mientras el columpio seguía aguardando a que alguien viniese a sentarse en él y el charco se hacía más y más grande. Tantos años mirando sin ver, escuchando sin oír, los rumores de la vieja Tierra, el antiguo paraíso que hoy sólo era un páramo sin niños melancólicos, sin árboles hechizados y sin ancianas muertas en vida. Como Marte. Como Todo. Un Universo lleno de columpios vacíos.

jueves, julio 12, 2007

Mensajes en una botella ( 1 )

Te daría todo lo que no tengo, a cambio de tu silencio.