miércoles, mayo 31, 2006

"Érase una vez en América"

Image Hosted by ImageShack.usUna historia. Diferentes épocas. El paso del tiempo. La amistad, el amor, la inocencia, el odio, la pérdida, la traición…
Sergio Leone se fue dejándonos una obra maestra imperecedera. Una auténtica declaración de amor al cine. Un prodigio de sensibilidad.
Robert de Niro y James Woods encabezando un reparto impecable: Elizabeth McGovern, Jennifer Connelly, Tuesday Weld, Burt Young, Danny Aiello, Treat Williams… les secundan. Espléndida fotografía en tonos ocre, casi el color sepia del pasado que se pierde, que no se podrá recuperar. Uno de los mejores trabajos de Ennio Morricone en la banda sonora, llena de instantes de exquisita belleza. Imágenes que ya desde su origen entraron a formar parte de la Historia del Cine: Deborah bailando bajo la atenta mirada de un joven Noodles, la panda de chiquillos callejeando bajo el Puente de Brooklyn, la cachonda "rueda de reconocimiento" de Tuesday Weld para tratar de discernir qué "miembro" de la banda la violó en el atraco al banco…
Sergio Leone se sirve del subgénero de la Mafia y los gangsters para escribir con trazo maestro su testamento cinematográfico, que va mucho más allá de un filme de género. Que es una inmersión suave y placentera en un submundo de sensaciones que calan muy hondo, de puro romanticismo. Inmersión de la que difícilmente el espectador puede salir indemne. Pocas veces se ha visto reflejado en pantalla el irresistible dolor del paso del tiempo, las heridas que deja tras de sí y que nunca llegan a cicatrizar del todo, como el momento en el que Noodles ve el rostro del hijo de Deborah, con las facciones de su amigo. El amigo que se lo ha arrebatado todo.
Si en sus westerns, Leone era capaz de trasladar al lejano Oeste la intensidad de los instintos más primarios, sobrepasando la simple acción: el odio, la venganza, el miedo a la muerte… con "Érase una vez en América", además de demostrar que su talento iba muchísimo más allá de una serie de constantes formales más o menos novedosas, fue capaz de darle vida a una historia que trasciende de un modo casi obsceno aquello a lo que debería limitarse un entretenimiento como se supone que es el cine. Algo que, como muchos sabemos, es una hermosa mentira, un secreto muy bien guardado. Hay películas que se le clavan a uno, como si fuesen un recuerdo más de su propia existencia, tan cierto como cualquier otro. O incluso más.

jueves, mayo 25, 2006

El nombre de mi sombra


Tengo una mentira. Voy a pintarla de azul y a dejar que dé vueltas a mi alrededor. Estoy cansado de mi sombra. Sólo quiero verte escupir mi corazón, aunque cuando estés triste me falte tiempo para arrancar un pedazo de mi alma y dártela dentro de un frasco rojo y helado. Cada noche muero un poco. Y soy un juguete de esa brisa, cada vez más fría y amarga. Estar donde nadie me espera. Volver a donde nunca estuve. Y acariciar más mentiras. Colecciono mariposas negras. Me sonríen en las manos, con sus labios venenosos. Tras las montañas se esconden los sueños de todos los niños que fui, en los vertederos del tiempo. Aferrado a la tristeza, echo a andar hasta que la soledad me deja solo. Añoro el pálpito de tu sangre por mis venas, por donde ahora sólo corre el viento. Me pregunto cuándo le perdí el miedo a la nostalgia. Y a borrar tu nombre grabado a fuego en las esquinas de mi locura. Luchando incansable contra la ilusión de esperarte. Abro la puerta y dejo entrar a las horas perdidas, rodeadas de nubes y hojas muertas, brotes de instantes fugaces. De repente recuerdo el sol asomando tras la tempestad en tus ojos grises. Y ya no hay nada más. Tus mejillas de nieve. Me vuelvo sombra errante por los silencios que me dejaste. Tú. Mi dulce mentira.

lunes, mayo 22, 2006

Y de repente...


Otro ataque de irrealidad. Roto el atardecer. Luz de ayeres olvidados. Cada esquina refleja un vacío distinto, sin nadie que dibuje los contornos de mi alma. ¿De qué sirven las caricias imaginadas? Me pregunto si de verdad las sombras añoran el calor del día. Piel cuarteada por la brisa, dejándome llevar y sin querer volver. Me pregunto qué fue de aquellos silencios. Y por qué me estremece tu nombre, aún después de tantas noches sin soñarte. Me pregunto de qué sirve el tiempo y cuál es la distancia que nos separa, si aún te adivino entre mis dedos.

domingo, mayo 21, 2006

Faith No More: "Angel Dust"


La banda estaba en su momento de gloria. Su anterior álbum, “The Real Thing” les había dado muchísima popularidad, especialmente a raíz del éxito del tema “Epic” y su continua emisión en la MTV. Lo más fácil hubiese sido continuar por esa senda de cierta comercialidad, comercialidad con matices, ya que “The Real Thing” contenía trallazos como “Surprise, you’re dead”, “The zombie eaters”, la marcianada (nunca mejor dicho) instrumental “Woodpecker From Mars”, o la fabulosa versión de “War Pigs” de Black Sabbath. En cualquier caso, la banda más heterogénea del panorama alternativo de principios de los 90 (con permiso de Jane’s Addiction), no la formaban unos tipos que se conformasen fácilmente ni que se adaptasen a las exigencias del mercado. Otras formaciones suelen tener problemas para encontrar a un batería, a un bajista, a un teclista… pero ellos no. Ellos eran tan especiales que cuando se unieron lo tenían todo: buenos músicos, grandes ideas, un sonido único... Es decir: todo... menos cantante. En sus primeros discos (“We Care A Lot”, “Introduce Yourself”) lo intentaron con Chuck Moseley, pero al parecer el individuo era demasiado excéntrico incluso para ellos y le invitaron a irse “amablemente” a las primeras de cambio. A partir de ahí, la llegada del controvertido Mike Patton, quien se hizo con el mando. Y el choque de personalidades alcanzó su máxima dimensión. En Faith No More cada miembro era un rosario de influencias múltiples, cada cual más distinto al resto, lo cual daba lugar a no pocas broncas en el seno del grupo, como es de imaginar. Estaba el guitarrista heavy y garrulo (Jim Martin), el teclista “popero” (Roddy Bottum), el batería con pelos a lo rasta (Mike Bordin), el bajista devoto del death metal (Billy Gould)… en fin, ¿qué podía salir de ahí? Pues sin duda: algo milagroso. Y así fue. Después del referido éxito del magnífico “The Real Thing”, echaron el resto a la hora de crear su obra cumbre: el majestuoso “Angel Dust”. Un disco que tiene que ser escuchado (varias veces) para ser creído. En él podemos hallar desde los temas más atmosféricos y de reminiscencias pop, como “RV” o “Midlife crisis”, hasta los desvaríos más ruidosos e indigestos, como “Malpractice” o “Jizzlobber”. Los omnipresentes teclados de Bottum, junto a una base de funk-metal absolutamente demoledora, gracias a la impecable sección rítmica de Gould y Bordin, sumando a todo ello los aullidos de Patton, un vocalista con una gama de registros vocales ciertamente admirable, conformaban ese conjunto de temas tan distintos entre sí, pero a la vez unidos por un extraño nexo, que sólo se podía entender y asimilar si eras un auténtico fan de la banda. Y es que en este trabajo todo rezuma perfección. Aparte de las canciones mencionadas, maravillas como “Everything’s ruined”, “Crack Hitler” o la cáustica “Caffeine”. Temas que casi se convierten en “suites sinfónicas", por su amplísima variedad de atmósferas y de ritmos cambiantes. El buen gusto incluso se hace presente en el broche de oro que cierra el álbum, una ácida e impecable versión del tema central de la banda sonora de “Midnight Cowboy” compuesto por John Barry.
Hay discos que resulta imposible escuchar sin sustraerte al tiempo en el que fueron concebidos. Pero otros resultan tan atemporales y llenos de singularidad, que jamás llegan a perder su frescura, ni su increíble riqueza de matices. Éste es uno de esos casos. A partir de este álbum, la carrera de la banda empezó su declive, paralelamente a la marcha de Jim Martin, con trabajos menos conseguidos, como “King For A Day, Fool For a Lifetime” o “Album Of The Year”, que aunque contenían muy buenas canciones, no llegaron en ningún caso a hacerle sombra a este “Angel Dust”, magna obra del rock de los años 90, por obra y gracia de Faith No More, los individuos que no se cortaban un pelo a la hora de interpretar en directo versiones de Madonna o los Commodores. Ellos estaban muy por encima de etiquetas y “Angel Dust” es la perfecta muestra de ello. Uno de esos álbumes difícilmente digeribles en las primeras escuchas, pero que a la larga se convierten en los más apreciados por el paladar más exigente.

sábado, mayo 20, 2006

Tiempo y marea



Entre las cuatro paredes de este cielo, cansado de esperar en vano, mi mundo de arena se deja arrastrar por la corriente. Todavía hay restos de los rayos del sol de la tarde, quemando en mi recuerdo. La tarde que no iba a terminar, todo el tiempo por delante. Tan pronto se fue de mi lado, sin darme tiempo a presentir las sombras. De vez en cuando atisbo el reflejo púrpura de aquel momento. Nada más que eso. ¿Cómo poder conservar algo que nunca llegas a tener del todo?, ¿de qué sirve esperar algo que ni siquiera sabes si va a llegar, pero en lo que no puedes evitar apostar la vida? Y mientras tanto, la certeza de lo inevitable. Que la rueda sigue girando, que la misma sangre pasa una y otra vez por el mismo lugar de mis venas, al igual que las olas en la orilla, siempre iguales, fingiendo ser distintas. Encomendarme a la luz de una estrella muerta y enterrar mis lágrimas en la arena, lluvia ignorada de mis ojos.

viernes, mayo 19, 2006

Temple of the Dog



Mucho más que un simple homenaje. El amor y el sentimiento por el amigo, la futura estrella que no llegó a brillar en plenitud: Andrew Wood. Pero ahí estaban Chris Cornell, jamás tan majestuosa su voz, Jeff Ament, Eddie Vedder, Stone Gossard, Mike McReady y Matt Cameron. Para llenar de alma cada nota. La producción de Rick Parashar, dotando a la música de toda la épica y el desgarro oportunos, recordando al mítico "Ten" de los propios Pearl Jam. Cuando me paro a pensar cuáles pueden ser las razones que me ayudan a seguir vivo, me vienen a la mente todas esas melodías: "Call me a dog", "Times of trouble", "Say hello to heaven", "Four walled world", "All night thing", junto a todas las demás... y no necesito buscar más. La luz y la sombra, el amor y el dolor, la vida y la muerte, jamás tan cerca una de otra. Ésta era mi primera opción para traerme conmigo a esta isla desierta. No podía ser de otro modo. Desde aquel lejano mes de diciembre de 1992 en que este álbum llegó a mi vida, se ha quedado a formar parte de ella, de mí mismo. Cada canción, un cúmulo incesante de emociones. Nada que pueda describirse con palabras. La magia de un momento irrepetible.

jueves, mayo 18, 2006

¿Qué hacer?


Desde este lugar, aislado de todo y de todos, disfrutaré de las pocas cosas que he podido traer conmigo. Tan sólo libros, música, películas... que serán mi único alimento, como siempre han sido, por otra parte. Solos yo y mis pensamientos. Sin todo lo que quedó atrás.