miércoles, enero 20, 2010

El arte de mentirme


Si todo fuese mentira, te podría decir la verdad. Atrapar el viento cuando me cansase de acariciar a los sueños. Cortar en pedazos la realidad y volverla a ordenar a mi antojo. Echar de menos cuando ya estuviese harto de esperar. Llenar este inmenso mundo vacío de pequeños mundos vacíos, más confortables. Apresar en mis manos las arenas del tiempo y modelar un recuerdo de hormigón dulce. Contar cada día una historia diferente que siempre fuese cierta. Extrañarme de lo cotidiano cada día un poco más. Cambiar el paisaje con sólo descorrer las cortinas. Envenenar de raíz los malos pensamientos. Que la lluvia en el cristal sonase siempre distinto y que las luces del atardecer hablasen más de principios que de finales, al parpadear. Todas las noches cumplirían sus promesas. Desaparecerían del diccionario palabras como "casi", "algo", "apenas", "regular"... Que tu sombra me hiciese compañía. Un universo a mi medida que, aunque me quedase grande, sería agradable inventar. Si todo fuese mentira, te podría decir la verdad.

martes, enero 19, 2010

Diálogos junto a la hoguera: Luisito returns


-A ver, Luisito. Hoy, los refranes. Yo empiezo a decir uno y tú lo completas, ¿vale?

-Uf.

-Ni uf, ni af. Venga, que empiezo: “no dejes para mañana…

-… lo que pasó ayer.”

-Muy mal. Otro: “no hay más ciego…

-… que el que ve lo que quiere.”

-Nada, horrible. Otro: “la suerte de la fea…

-“… la guapa la compra con besos.”

-Pero Luisito, ¿te estás quedando conmigo, o qué?

-No, señorita. En todo caso, me quedaría con la guapa.

-Grrrr!! A ver, el último: “a la tercera…

-… te das por vencida.”

-Agh! Yo sí que me rindo. Estoy muy enfadada contigo. No has estudiado nada.

-Yo lo intento, señorita. Pero es que las cosas no me entran.

-“No me entran, no me entran”… eres lo peor. Y todos los profesores piensan lo mismo de ti, que lo sepas. Por lo menos en eso estoy tranquila.

-Bueno. “Mal de muchos…

-¿Cómo dices?

-Nada, señorita.

lunes, enero 18, 2010

La reunión de anoche


Siendo las tantas de la madrugada, en un punto geográfico no del todo determinado, se reúne el firmante para dar cuenta de lo que pueda sobre el orden del día que se ha autorremitido previamente. En cuanto al primer punto del mismo, acuerda no acordarse más. El segundo punto, consistente en lo de siempre y después de un acalorado debate entre el asistente, se rechaza por unanimidad, al no haber acuerdo. Finalmente, el tercer punto del orden del día no se aborda, por diferentes puntos de vista del asistente acerca de si es o no pertinente tratarlo en esta convocatoria. Por lo cual, se decide posponerlo hasta próximas reuniones. Por último, dentro del apartado de ruegos y preguntas, es tal el número de estas últimas, que el asistente se reconoce completamente incapaz de dar respuesta a todas ellas, de ahí que, como presidente y secretario, se vea obligado a requerir la presencia de una botella de whisky, de lo cual exige que conste en acta. No habiendo más cuestiones que tratar y siendo las tantas y pico del día y lugar arriba indicados, se cierra la sesión.

domingo, enero 17, 2010

Holmes no trabaja en domingo


Si él quisiera ayudarte, acudiría a tu llamada. Empezaría por buscar testigos. Como no los hay, se dejaría llevar por la intuición. Investigaría con fruición las muescas que ha dejado el aire; escucharía atentamente a qué suena ese silencio; a qué huele esa ausencia. Luego empezaría a hacerse preguntas, a reírse a destiempo, a mirar hacia atrás furtivamente... Se callaría y no habría nadie capaz de arrancarle de su mutismo. Cualquiera que se fijase en sus ojos, se daría cuenta de que su mirada llegaba mucho más allá. De que traspasaba los cuerpos y los muros. De que recorría las calles barridas por el viento y llegaba hasta un mar que trataba de serenarse, en vano. Entonces no podrías más y empezarías a preguntarle. Como él seguiría sin hablar, le sacudirías por los hombros, le suplicarías, te postrarías ante él. Y a lo mejor, después de mucho rato, sin informar a las autoridades, sin realizar ninguna otra pesquisa ni estudio previo, te miraría con una extraña mezcla de tristeza y furia, y te diría lentamente, masticando las tres palabras: "no lo sé". Después, se levantaría, se pondría su sombrero y su gabardina y te dejaría allí, solo, tratando desesperadamente de encontrar la pregunta a su respuesta.

sábado, enero 16, 2010

Minicuento: "Lo que ignoran"

El alma en pena, regresando al cementerio tras pasar el día en la populosa ciudad, se dijo: "Pobrecillos. Todavía no saben que están muertos".

viernes, enero 15, 2010

Sólo queda esperar


Cuando Marte imite a Venus y también se desnude. Cuando el pájaro carpintero termine de romper la jaula. Cuando el sol reconozca que tiene frío de estar tan solo. Cuando la muerta de la curva te lleve a un motel de carretera. Cuando las olas dejen de mirar atrás. Cuando las nubes de la tarde no se parezcan a nada. Cuando la calle de atrás tenga salida. Cuando la añoranza se enfríe. Cuando las palomas del parque den conversación a los viejos de los bancos. Cuando el columpio no se detenga nunca. Cuando la subida sea cuesta abajo. Cuando se rompan todos los frenos. Cuando la estrella fugaz se pare a escucharte. Cuando el abismo cierre los ojos. Cuando se borren las líneas de la mano. Cuando el lápiz de sus labios escriba que sí. Cuando las arenas movedizas se estén quietas. Cuando la tierra se canse de tragar y empiece a escupir gente. Cuando se derogue la ley de la gravedad. Cuando nadie aprenda a contar hacia atrás. Cuando el mar devuelva las llaves del fondo. Cuando los hombres peligrosos lleven bozal. Cuando el viento se haya llevado todas las cenizas. Cuando te besen al poner la otra mejilla. Cuando el hambre sea comestible. Cuando el dolor desgrave en Hacienda. Cuando el azar siente la cabeza. Cuando el camino recto sea menos aburrido y las curvas menos peligrosas. Cuando el náufrago se olvide de escrutar el horizonte.

jueves, enero 14, 2010

Sentado en el borde del mundo, con las piernas colgando


Amanece, que no es mucho. Y desde la pendiente se divisa la caída mucho mejor que desde las alturas, que no suelen estar a la altura de lo que uno esperaba durante la subida. Prefiero pender, que depender. Pasé demasiado tiempo buscando algo sin suerte, pero el error estaba en lo que esperaba encontrar. El verdadero triunfo es la serenidad. La victoria es el tedio. Pedir calma es, en ocasiones, pedir el bien más preciado. No sentirte presionado ni al borde de nada. Simplemente, en mitad de ninguna parte, que es lo mismo que decir en mitad de cualquier sitio. Cuando te acercas a algo, te estás alejando de algo más. Por eso prefiero el viaje sin mapas, ni destino. Si ahora me preguntas dónde está la felicidad, lo tengo claro: en la indolencia. Dejarte llevar por la plácida melodía del paso del tiempo. Tiempo que ni se gana, ni se pierde, porque no tiene precio alguno. Hallar el placer divisando al detalle como todos corren y se detienen. Observar la urgencia con que escapan de sí mismos para llegar a sus propias prisiones. A mí dejadme, balanceando las piernas en esta cornisa de mullida indiferencia.

miércoles, enero 13, 2010

Segunda noche esclarecida


Los pies fríos bajo las sombras. Escarbando en secretos bajo la nieve que han quedado ocultos hasta mayo, cuando todo se sabrá. Algunos ya no tendrán sentido. Otros (de color rojo) pondrán un velo de penumbra entre ellos y lo de afuera. Caminas deprisa, pensando en aquella carta que nunca llegaste a recibir. Aunque sabes que estás acabado, no dejas de bailar por dentro. Lo apostarías todo a un par de frases, por amor al comercio. Acabas donde el mar empieza y extiendes tu mirada como un tucán en lo alto de la montaña, buscando la silueta de la arponera que ensartará tus penas con olor a tiburón blanco. De espaldas a ti, una sorpresa, dos sorpresas, tres formas de decir no quiero. Cuando vuelvas, tras sucumbir al dolor de cabeza que te protege cada noche y hervir a fuego lento las cenizas del corazón, empezarás a plantearte muy seriamente perderte en algún desierto donde recuperar la fuerza de los débiles y el sabor de su aire.

martes, enero 12, 2010

Haiku

Sangre de lluvia
tormento de pálpitos
no cicatrizas

lunes, enero 11, 2010

El destino, esa luz parpadeante


Todo está escrito, todo está escrito... pero los papeles se los lleva el viento. Y no hay más. Tienes el ahora y tienes una idea del ayer. La idea del mañana cambia con el transcurso de las horas. Puede cambiar hasta cien veces en un mismo día. No hace falta ningún huracán emocional. Cualquier pequeña duda. A veces una frase, un comentario casual. Seguramente, si el destino fuese inamovible, sería posible una mayor serenidad. Pero cuando el caos lo gobierna todo; cuando no eres dueño ni de tu propio tiempo... ¿cómo quieres que el futuro tenga forma definida? Eres un montón de arcilla manejado por los elementos. Sin más. Cálmate, porque no hay nada que puedas hacer. Lo que seas dependerá de lo que suceda en el momento inmediatamente anterior. Ahora bien, si fijar la mirada en la luz, aún a riesgo de perderla de vista de vez en cuando, es algo que te va a hacer sentir mejor... entonces hazlo. Tienes toda la arena del mar para construir y todo el aire del cielo para sostener. No hay nada ni nadie que te lo impida. Yo ahora mismo me estoy haciendo una figura de mí mismo sabiendo a dónde me dirijo. Así que tampoco estoy libre de sueños. Y no me falta imaginación. Ésa es la distancia: un parpadeo más, un parpadeo menos. Más cerca y más lejos.

domingo, enero 10, 2010

Ordinaryman


Tras estas últimas horas de ocultamiento, se acerca el instante de volver a vestir la máscara y el traje de hombre normal. Esa personalidad oculta que todos ven y para la que no estás hecho. De nuevo serás uno más en las conversaciones, en las idas y venidas por los lugares de tránsito común. Tu rostro de hombre normal te da derecho a confundirte en mitad de los demás. A pesar de ello, sigues necesitando una gran fuerza de voluntad para no sucumbir. Para no coger tu traje y tu máscara y tirarlos al cubo de la basura del callejón. Siempre necesitas mentalizarte, hacer el esfuerzo de ocultar tu verdadero yo, aunque cada vez te cuesta más. Seguramente muchos sospechan. Tarde o temprano se descubrirá tu verdadera naturaleza. Pero mientras tanto, debes seguir fingiendo. No brilles, no brilles. De alguna forma, eres el superhéroe de los tipos raros. Aquél con el que todos ellos se identifican y al que utilizan de modelo para copiar sus propias máscaras y sus propios trajes de seres corrientes. No te conviene olvidarlo. No estás solo, aunque lo creas. Cada día te cruzas con uno o dos como tú. Y el disfraz suele ser tan bueno que ni siquiera os reconocéis mutuamente. Aunque a veces algo trasciende. Un fulgor en la mirada, un gesto de complicidad... Un rasguño en el velo de la normalidad. Aunque nadie se haya ocupado aún en dibujaros. Impostores entre la gente corriente. Con el poder del mimetismo, con la capacidad de volverte gris. Puedes hablar y hablar sin decir nada, como cualquiera de ellos. Puedes ser uno más. A veces te preguntas de qué sirve. Y otras veces simplemente te lamentas por lo duro que es. Pero es tu destino y nada puedes hacer.

sábado, enero 09, 2010

Así estoy yo


Extraño como un sueño premeditado
Torpe como un borracho sin alcohol
Absurdo como un cactus acariciado
Vacío como un domingo con sol
Oscuro como un verano que no deja huella
Negro como las ruinas de la niñez
Febril como el recuerdo que dejó ella
Perdido como el lunes de un optimista
como una estrella por el autopista
como un espía con memoria de pez
Huraño como un terrorista en un bautizo
como un banquero en un chamizo

Vencido como un pirata en una "oenegé"
Lascivo como un niño con bigote
Furtivo como un mantero sin "deuvedé"
Inquieto como un profesor sin mote
Errante como una pulga en un dromedario
Quemado como la suerte del perdedor
Solo como un torero en un acuario
Inútil como una musa sin creador
como un mentiroso que siente rubor
Violento como el mar que se aleja de ti
como un rebelde que dice que sí

Amargo como un ganador sin talento
como el rumor de un mal momento
como la felicidad de un lamento
Macabro como una novia que va de negro
como un novio ex amante del suegro

Así estoy yo sin Joaquín.

viernes, enero 08, 2010

Primera noche esclarecida


Atisbando entre la cortina de viento y lluvia, por si acaso apareciese el tren azul. Como un muñeco olvidado de Reyes, que alguien apoya en el cristal y descubre que afuera hay un mundo. Un mundo donde cae agua del cielo y pasan cosas por el suelo. Me pregunto si el muñeco también esperará a su propio tren azul. Me pregunto si tras cada ventana hay una espera secreta, un pálpito contenido. Cuántos querrían huir de repente y para siempre. Dejar de lado esta marea de maravillas huecas y de sonrisas gastadas de tanto uso y que fueran los demás quienes contasen la historia del que se fue y nunca nadie volvió a ver. Hoy los paraguas se volvían del revés, como si también quisieran darle la vuelta a la realidad, como un calcetín. Hoy la gente se tambaleaba y era consciente de su fragilidad. Cada pequeña alma, cada pequeño muñeco, soñando despierto con dragones negros. Entre coches rojos y amarillos, luces moradas y blancas, paredes negras y verdes... pero ningún tren azul. Tras el cristal, sin importar qué pasará mañana, rostros que tiemblan y cuerpos de plástico duro. Ruidos furiosos de infiernos ciegos que vienen del mar y te traspasaban de parte a parte, como espinas de una mala rosa. Hoy, que estaban prohibidos los paseos casuales, las vías muertas de tu alma parecían desperezarse, tras mucho tiempo. Como si el tren azul que se lleva la tristeza viniese a buscarte, para llevarte a un destierro de ti mismo, en el Club de los Inocentes. Ahora, que el muñeco sonríe sin que nadie le vea. Ahora, que las cortinas se han corrido del todo. Ahora, que los caminos que llevan a alguna parte ya están cerrados... tomas tu tren azul, clavas un agujero en el cielo y acaricias tu noche de hiedra.

jueves, enero 07, 2010

Historia natural


Objetivos, objetivos... puntos de mira, puntos de vista. Serpientes que se muerden la cola y echan a rodar hasta el infinito. Gente que habla, peces bajo el agua. Leones que se esconden tras los árboles y ratones que les ponen cascabeles a sus novias. Mi campo de visión está lleno de especies en extinción. Hacen "plop" y se esfuman en el aire. Golondrinas o gaviotas, ruiseñores o ruiseñoras. Se callan de repente y el cielo cambia de color. Mariposas. Algunas se esconden detrás de tus ojos y te despiertan por la mañana. Las más valientes llegan hasta tu estómago. Camaleones que se mimetizan con el mal ambiente y se contaminan. Tus pies de aleta de tiburón desnudos en remojo. Tus rodillas tienen huesos de paja. Tras ellos se esconden las cucarachas y con su mala pata de atrás se pinchan con la aguja. El gallo saca pecho en mitad de la tarde y grita a los cuatro vientos mientras gira sin parar en lo alto del tejado. Una tortuga echa a correr y salta la liebre. En la playa, los cangrejos lo han visto todo y avanzan hacia la nieve, sin mirar atrás. Todos los gatos encerrados han sido liberados y las hienas se han echado a llorar, sin quitar ojo del culebrón de la tele, que se arrastra lentamente. Finalmente, los conejos dejan de follar, defraudados. Es mentira lo que dicen las aves de mal agüero. El clímax sigue igual.

miércoles, enero 06, 2010

Nada que hacer


Fue una tarde cualquiera (pongamos la de hoy). El tiempo parecía haberse estancado como un lago helado en mitad de la habitación. Las esquinas habían desaparecido y las paredes ni se veían, de tan lejanas. Lo peor era que no había nada que hacer. Nada que pudiese cambiar el insoportable tedio de aquel Instante. Enorme, inabarcable, eterno Instante. La sola idea del ayer o del mañana perdió todo su sentido. No había música, no había palabras, no había sonidos que pusiesen en marcha los relojes. Todo era parálisis. La vida de allá afuera era ficticia y estaba separada por el abismo de aquel Momento. ¿Cómo llenarlo?, ¿qué hacer? Probablemente lo peor de todo era la sensación de que todo había terminado. Que por mucho que el mundo volviese a ponerse en marcha, ese vacío cósmico se había apoderado de mí. Se había abierto un camino a través de mi pecho y había dejado un rastro helado tras de sí, buscando refugio en algún lugar de mi interior. La pátina de realidad volvería a recubrirlo todo. Volverían las paredes y las esquinas a su sitio, lo mismo que las voces y el latido del reloj. Pero la sombra del abismo sigue estando ahí, tan cerca que parece que me vaya a atrapar simplemente mirando por el rabillo del ojo, o cuando más afianzado esté en la idea de que sucede algo, de que somos más que los cuerpos que acompañan a nuestras sombras en movimiento.